José María Fernández Abril lleva mas de 40 años destapando caraduras, encontrando desaparecidos o descubriendo adúlteros como detective privado. Empezó por casualidad. Tenía una moto y competía con ella; un día vio un anuncio de una agencia que buscaba detectives motorizados y se apuntó. Resolvió su primer caso en un día y desde entonces no ha parado. Esta carrera ha sido para él "un lujo". Aunque también tiene sus zonas grises y oscuras, muy oscuras.
En esta entrevista investigamos con él si la profesión de detective es tan peliculera como tenemos en mente. En algunos casos, como siempre, la realidad supera a la ficción.